La tempestad ha cesado. El fuerte viento comienza a amainar y retazos de madera astillada es todo lo que queda de la antaño orgullosa nave que surcaba el horizonte en pos de la esclavizante e hiriente libertad.
En el mar infinito, un madero; y en el madero, un hombre, con desgana asido a la endeble estructura que flota en el seno de un océano de inquietud.
Un continuo vaivén tras la abrupta zozobra es todo el consuelo del alma solitaria empapada de nada.
Una suave brisa todo testigo de la pasión desencadenada.
Ambición descarnada, retazos de madera astillada.
El fuerte viento comienza a amainar.
La tempestad ha cesado.
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